INFLUENCIA DE LA
LUMINOSIDAD LUNAR
Desde tiempos inmemoriales la
luminosidad lunar ha sido vinculada con las alteraciones en el comportamiento
de las personas. Las reacciones
temperamentales y espontáneas que muchas personas experimentan en algunos
momentos de su vida les acredita la calificación de lunáticos.
En Dinamarca, estudios recientes
muestran que la mayor actividad “antisocial” y de agresividad de algunas
personas en el tráfico automovilístico y agresiones vinculadas con la ingestión
de bebidas alcohólicas se registran con mayor
incidencia cuando la Luna está en su
plenilunio y las cifras registran una caída cuando la Luna se encamina hacia el
novilunio, pasando por la menguante.
En las áreas de la medicina y la salud también se observa un aumento
significativo de la actividad
psíquica, principalmente de las personas que convulsionan o sufren de
epilepsia.
Muchos estudios consideran la
luminosidad lunar esencial para la vida y el desarrollo de las plantas.
Diferente de la luz solar que recibimos, la luz lunar ejerce directamente una fuerte
influencia sobre la germinación de las semillas, cuando sutilmente sus rayos
luminosos penetran con relativa profundidad, al compararla con la fuerza de los
rayos solares que no consiguen penetrarla en su intimidad. Parece que es el
exceso de presión que ejercen los fotones solares sobre los vegetales lo que no
permite los cambios nutritivos que las plantas necesitan para su crecimiento
normal, quedando, por tanto, la misión de estímulos seductores a la luminosidad
lunar para que las semillas germinen sanas y fuertes.
Por otro lado, está
demostrado, independientemente de creer o no en las otras influencias que la
Luna pueda tener en las plantas, que la intensidad de la fotosíntesis es bien
superior en todas las plantas a partir de la luna creciente hacia el plenilunio
(período extensivo de aguas arriba), y que el mayor incremento de la
fotosíntesis en los cultivos se registra en el período intensivo de aguas
arriba, el cual está comprendido entre los tres días después de la luna
creciente, hasta los tres días después del plenilunio, fenómeno atribuido científicamente
al incremento de la intensidad de la luz lunar sobre nuestro planeta.
Otras investigaciones sobre la
influencia de la luminosidad lunar en las plantas estiman que, por lo menos en
un
cincuenta por ciento, la luz lunar
tiene influencia sobre la maduración de muchos granos y una gran parte de
frutos. Al
mismo tiempo se relaciona la
influencia de la Luna con la actividad en la formación y calidad de los
azúcares en los
vegetales. Los habitantes del norte de
la India tienen la costumbre de colocar los alimentos (principalmente granos)
en la azotea de sus casas, con la
finalidad de que la luna llena del mes de Kuar (septiembre octubre) los
enriquezca
con la luminosidad de los rayos
lunares, y después los reparten entre sus parientes más próximos porque, según
sus
creencias, vivirán más tiempo después
de consumirlos.
Finalmente, la luna en creciente es
tenida como la luna que conduce, proyecta, admite, construye, absorbe, inhala,
almacena energía, acumula fuerza,
invita al cuidado y al restablecimiento; y la luna menguante es considerada
como
la luna que aclara, seca, suda o
transpira, exhala, invita a la actividad y al gasto de energía. (RESTREPO. J,
2005).
LUMINOSIDAD LUNAR Y SU RELACIÓN CON LAS LLUVIAS,
INSECTOS, PESCA, LOMBRICES, PURGA.
Con relación a este tema Rudolf
Steiner, en su tratado sobre agricultura biológico-dinámica, en su primera
conferencia del 7 de junio de 1924, dice lo siguiente: “El físico hoy en día,
en realidad, sólo estudia la lluvia en cuanto que al llover cae más agua sobre
la tierra que al no llover. El agua es para él una sustancia abstracta,
compuesta por hidrógeno y oxígeno, y sólo conoce el agua como aquello que se
compone de hidrógeno y oxígeno”. Si el agua se descompone por electrólisis, se
disocia en dos sustancias, de las cuales una se comporta de tal modo y la otra
de tal otro.
Pero con esto no se ha dicho nada
abarcante respecto al agua. El agua alberga aún muchas otras cosas, además de
lo que luego aparece simplemente como oxígeno e hidrógeno.
El agua está facultada del modo más
eminente, para canalizar dentro del ámbito terrestre aquellas fuerzas que
vienen, como por ejemplo, de la Luna.
De modo que el agua afecta la distribución de las fuerzas lunares en el ámbito
terrestre. Entre la Luna y el agua que
hay sobre la Tierra existe cierto tipo de relación.
Supongamos que acaban de transcurrir
unos días de lluvia y que a estos días de lluvia les sucede la luna llena.
Con las fuerzas que vienen de la Luna
en los días del plenilunio ciertamente ocurre algo colosal sobre la Tierra:
Estas fuerzas se introducen en toda la
vida vegetal (no podrían hacerlo si no antecedieran los días de lluvia).
Por tanto, deberemos hablar de si
tiene importancia que sembremos semillas cuando han caído lluvias en cierta
forma y luego viene el brillo de la luna llena, o si se puede sembrar en
cualquier momento, sin tener en cuenta nada en especial.
Seguramente también brotará algo en
este último caso, pero se plantea la pregunta, ¿es bueno orientarse en la
siembra según las lluvias y el brillo de la luna llena?
Porque justamente la acción de la luna
llena es impetuosa y potente en ciertas plantas después de días de lluvia y
débil y escasa tras días en que ha brillado el sol. Estas cosas estaban
contenidas en los antiguos refranes campesinos.
Entonces se decía algún verso, y se
sabía lo que había que hacer.
Estos versos son hoy día viejas
supersticiones, y una ciencia de estas cosas aún no existe: no hay ánimo de
molestarse para desarrollarla.
La luminosidad lunar también funciona
como un regulador de la actividad de muchos insectos.
La luminosidad lunar puede ser
favorable o desfavorable en muchas delas etapas de desarrollo por las que
atraviesan los insectos, pues existen los que se desarrollan totalmente
en la oscuridad y otros en la claridad. Por ejemplo, la luminosidad total lunar
proyectada sobre la tierra en el plenilunio puede interferir en la reproducción
del café (Hypothenemus hampei), que se produce mejor en el novilunio.
Sin embargo, la ausencia total de
luminosidad lunar puede ser una limitante al gusano de las crucíferas (Ascia
monuste), que se reproduce en mejores condiciones con la influencia de la
luna llena o plenilunio. Este mismo fenómeno se aplica en el apareamiento de
muchos insectos y su producción de huevos.
La luminosidad lunar también repercute
directamente en la actividad pesquera, la cual se vuelve más difícil
durante la fase de la luna llena, pues a los peces les es más atractivo aprovechar
al máximo la abundancia de alimento que sus propias aguas les ofrecen a la
vista, por el reflejo de la luz lunar, que distraerse con una peligrosa carnada
extra territorial. Por otro lado, la oscuridad que ofrecen las noches durante
la luna nueva es catalogada como la mejor oportunidad para la captura de una
buena cantidad de ejemplares, en función de la curiosidad y el aumento del deseo
de los peces de satisfacer su apetito en las aguas oscuras, lo que los lleva a
ser fáciles víctimas de cualquier carnada en la oscuridad acuática.
Aristóteles, en el siglo IV a. de C.,
decía que los erizos de mar del Mediterráneo alcanzaban la madurez sexual y
sabían mejor cuando la luna estaba llena.
Por otro lado, la luminosidad lunar
también ejerce una gran influencia en la cría y reproducción de las
lombrices,
siendo la menguante y la luna nueva
las mejores fases para el engorde y el crecimiento de ellas, pues la oscuridad
nocturna es la mejor aliada para
estimular el apetito y la búsqueda de la alimentación orgánica que se encuentra
depositada en la superficie de la
tierra en los criaderos.
Las lombrices, en su gran
mayoría, son sensibles y esquivas a cualquier tipo de luminosidad. A la
luminosidad del cuarto creciente y de la luna llena le queda reservada la
sensible actividad de penetrar con sus rayos lunares en la profundidad de la
tierra en los criaderos, para estimular y masajear el acasalamiento y la
reproducción de las lombrices.
Finalmente, la luminosidad lunar
también está directamente relacionada con la eficacia que pueden tener los
tratamientos con purgantes para combatir los parásitos, tanto en
animales como en humanos. En los animales, la mejor fase lunar asociada con el
tratamiento de los parásitos es el plenilunio, y esta fase es la más indicada
para que los seres humanos recurran a los exámenes coprológicos, con la
finalidad de obtener los mejores resultados y análisis del endoparasitismo que
los puede estar afectando.